La justicia es una constante y perpetúa voluntad
de dar a cada uno lo que le toca.
En los más ilustres y gloriosos capitanes y
emperadores del mundo, el estudio y la guerra han
conservado la vecindad, y la arte militar se ha
confederado con la lección. No ha desdeñado en tales
ánimos la espada a la pluma. Docto símbolo de esta
verdad es la saeta: con la pluma vuela el hierro que
ha de herir.
Matan los médicos y viven de matar, y la queja
cae sobre la dolencia.
Poderoso caballero es Don Dinero.
No es dichoso aquél a quien la fortuna no puede
dar más, sino aquel a quien no puede quitar nada.
El rico come; el pobre se alimenta.
No se debe mostrar la verdad desnuda, sino en
camisa.
El mayor despeñadero, la confianza.
Ninguna cosa despierta tanto el bullicio del
pueblo como la novedad.
El consejo del escarmiento las más de las veces
llega tarde.
El exceso es el veneno de la razón.
No vive el que no vive seguro.
Virtud envidiada es dos veces virtud.
Ser tirano no es ser, sino dejar de ser, y hacer
que dejen de ser todos.
Matarse por no morir es ser igualmente necio y
cobarde.
Bien acierta quien sospecha que siempre yerra.
El amor a la patria siempre daña a la persona.
La adulación, bajeza del que adula; engaño del
adulado y aún bajeza de los dos; porque su bajeza
muestra el que gusta de su adulación, que no se fía
en el valor de sus méritos.
Muchos vencimientos han ocasionado la
consideración, y muchas victorias ha dado la
temeridad.
La astrología es una ciencia que tienen por
golosina los cobardes, sin otro fundamento que el
crédito de los supersticiosos. Es un falso
testimonio que los hombres mal ocupados levantan a
las estrellas.